Sunday, November 04, 2018

Dimensiones de Atacama


Matices que fui descubriendo en los entramados que llevaban a los glaciares. Los humedales resecados por los relaves ácidos del oro. Los flamencos agrupados como en oración junto a los salares.
Los hermanos coyas, con sus cabras cruzando cordilleras, honrando a sus ancestros por Pircas Negras, recorriendo las tres Lagunas en torno al volcán el Salado y el Nevado Tres Cruces: la del Negro Francisco, la Santa Rosa y la Verde. 

Soledades amenazantes siempre, lugares que unos pocos pioneros se han atrevido a enfrentar.
Los salares, ojos de un océano misterioso que quedo estampado en fósiles de peces cremados por fuegos milenarios y que gritan su dolor desde las dimensiones de desiertos que caen hacía el cielo, son paradojas ignotas de las montañas.

Caminando por las huellas de carretas tiradas por mulas, arribo al corazón resguardado de la naturaleza, con su cofre de rocas aceradas, empinadas como gritos hacia las estrellas.

El silencio muerde el alma, la lumbre de la lámpara a carburo es la única certeza, todo lo demás son astros que titilan, cometas fugaces, dimensiones límites.

Los fantasmas, constreñidos a escapadas breves, cruzan raudos por las galerías de una mina abandonada, de un pique pirquinero, Espíritus anclados a esos piques por una dosis de muerte que no alcanzó para apagar su ambición dorada que, como eco del averno, sigue dentro de esos mineros solitarios que cuidan su veta por la eternidad, de cualquier extraño.

El tranco es ahora mesurado, el aire se condensa, el corazón brinca los ritmos azules del cielo y va anunciando necesarios reposos. El choquero tarda en hervir, el café oloroso empaña la mirada, la jarra quema. El ronco sonido del jeep indica que la frontera está allí, esperando, y, persignándose ante la Virgen cordillerana, un viejo aduanero asume su turno por una semana.

Periodismo Independiente, Crónicas, @hnarbona , domingo 4 de noviembre de 2018.